miércoles, 1 de febrero de 2012

Micro II

Esas pinceladas blancas no le acababan de convencer. ¿Por qué toda la corte estaba tan obsesionada en vestir esos tejidos tan brillantes? Tanto satén, tanta seda y tanta organza… ¿Para qué? Para fastidiarle, seguro.
Había pasado semanas estudiando el efecto que la luz hacía sobre las telas para dar unas pocas pinceladas. Horas de estudio resumidas en cuatro trazos. Cuatro trazos que, sin saber por qué, no le convencían en absoluto.
Qué era, ¿la disposición? ¿La blancura total? ¿Había demasiado? ¿Demasiado poco? No, todo eso parecía estar bien. De repente oyó una voz a sus espaldas.
-Una obra magnífica, como siempre.-
Velázquez se dio la vuelta sorprendido y saludó a su visitante, que se marchó en breve.
Volvió a mirar el cuadro con atención durante unos minutos y se encogió de hombros. Si el rey decía que estaba bien, debía ser verdad.


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