viernes, 29 de marzo de 2013

Donostia

Hacía muchos años que tenía ganas de estar allí, desde que vi la foto en la agenda regalada y descubrí quién era Antonio López. Y por fin, por fin veía el Peine del Viento con mis propios ojos.
Estaba sola, los otros se habían rezagado. Quizá por eso te presté atención.
Tú también estabas solo, haciendo fotos con una Canon, como la suya. Llevando un palestino rojo, como el suyo. Con una luz brillando en esos ojos verdemar, como los suyos. ¿Eres acaso una reminiscencia del pasado? ¿Una señal de lo que tenía que haber ocurrido (o más bien quería) y no ocurrió? ¿Un recordatorio de que no debo olvidarle?
Después, aprovechando la serenidad, leías mientras te fumabas un cigarro. ¿Qué leías? ¿También a Kerouak? ¿Sueñas también con atravesar América de una punta a otra haciendo autoestop y escuchando jazz?
Dibujo, y mientras tanto me abstraigo y pienso...

Cuando vuelvo a mirar, ya te has ido.