domingo, 11 de septiembre de 2011

25/6/2010

Barcelona, 6 de la mañana. Había salido con sus amigos, pero la discoteca estaba cerrando y le propusieron seguir la fiesta en casa de uno de ellos. A ella no le apetecía, estaba cansada y al día siguiente tenían muchas cosas que ver, así que decidió irse al hostal a dormir. La verdad es que estaba cerca, sólo tenía que coger una parada, hacer transbordo y otra parada más. Le daba un poco de apuro ir sola y a esas horas por  una ciudad desconocida, pero había mucha gente en el metro y eso la tranquilizó. Cuando llegó al transbordo vio a un montón de gente que iba en dirección contraria, ella supuso que a trabajar, porque la mayoría de las personas llevaban tarteras para la comida, caras de haber madrugado o ambas cosas. Entonces, en ese momento en el que la seriedad la rodeaba por completo, empezó a escuchar música de alguna parte. Eran sólo una voz y una guitarra, pero tenían algo... algo que transmitía un sentimiento de alegría y de optimismo difícil de describir. Ella siguió andando, y cuando reconoció la canción fue cuando vio a ese chico con un pie apoyado en la pared del pasillo, con su guitarra caoba y sus pantalones caídos. Ella le miró, y él a ella. Y justo cuando quedaron uno enfrente del otro, cantó el estribillo. Él con su voz y su guitarra. Ella sólo con los labios. La vio y se sonrieron a la vez. Y ella siguió andando, feliz.



sábado, 3 de septiembre de 2011

Último día.

Podría decir muchas cosas ahora mismo, pero ninguna sería la adecuada, ninguna sería mejor que callarme mi enorme bocaza.
Podría decir que mi vida es una mierda, pero entonces sonaría hipster (cosa que no soy).
Podría decir que me quiero morir, pero entonces sonaría emo (cosa que tampoco soy).
Podría decir que me gustaría tener mucho dinero para poder solucionar todos mis problemas, pero entonces sonaría estúpido y materialista (y muy materialista no soy, estúpida quizá).
Podría decir que mi madre no me anima como debería, pero entonces sonaría como una niñata malcriada (cosa que os puedo asegurar que tampoco soy).
O podría decir que soy fea, gorda y que no valgo para nada, pero entonces sonaría como una cría de 14 años bulímica, anoréxica y deprimida (cosa que desde luego tampoco soy).


Así que finalmente, lo único que diré es que tengo una madre maravillosa que me adora y me apoya lo mejor que puede cuando me ve llorando a mares.
Que mi vida no es perfecta, ni nunca lo será, pero tengo suerte de poder estudiar lo que me gusta (aunque conlleve ciertos sacrificios).
Que no seré preciosa ni tendré un cuerpo de infarto, pero oye, una hace lo que puede.
Que cuando veo los fuegos artificiales y me quedo anonadada, no tengo a nadie que me abrace fuerte y me bese, pero tengo unos maravillosos amigos en los que sé que podré confiar siempre.
Y que, como no quiero sonar emo ni nada parecido, me voy a la cama a ver si mañana es mejor que hoy y puedo aprovechar mi último día de vacaciones como dios manda.


Buenas noches!!