martes, 13 de diciembre de 2011

La mirada verde.

Cansada de ver pasar a su joven amor platónico por debajo de su ventana, trazó un cuidadoso plan para hacerle saber de su existencia. A pesar de tener unos pocos añosmás que él y haber pasado ya esa crítica edad, al verle, volvía a sentirse como la tonta enamoradiza que hacemuy poco fue. Su plan, que consistía en cruzarse con su amado cuando este volviera del instituto, no tardó en ponerse enmarcha.Y aquella tarde, decidida, se colocó en medio de la calle, a unas cuantas puertas de su casa, mirando impaciente el reloj y esperando su inminente llegada para hacer su particular desfile de seducción.Y en un descuido, lo vio, allí, en la lejanía, como un espejismo borroso, doblando la esquina y acercándose cada vez más. Rápidamente se recompuso, se echó el pelo hacia un lado, enseñando la tiranta del sujetador y se humedeció los  labios,mostrando la parte más sexy de su ser.Y, sin darse cuenta, ya lo tenía enfrente, observándola con aquella profunda mirada verde.Tenía los ojos más verdes e intensos que jamás había visto nunca. Se sintió intimidada, sin saber dóndemirar, si al suelo o a aquellos ojos que la miraban tan fijamente.Y, de repente, los labios de él se removieron en un intento de decir hola, pero no dijeron nada, solo el silencio y una pequeña sonrisa que se dibujaba en su rostro. Pasaron de largo, dejando entre ellos un espacio que cada vez cobraba más distancia, y ella, nerviosa, con su mirada verde clavada en la mente, tan solo podía pensar en su próximo encuentro.

@Sandra Sevilla.

1 comentario:

  1. Bueno, al menos llamó su atención! Ya habrá otros encuentros y en todos ellos ambos recordarán siempre el color verde.

    ResponderEliminar

Residuo de pensamiento