miércoles, 28 de marzo de 2012

2007. Noviembre.

Un sonoro bofetón impactó en su cara. Vino de espaldas como los cobardes, pero no de sorpresa, pues lo llevaba esperando desde que entró por la puerta de casa y nadie contestó a su temeroso "hola".
Aunque sabía que lo iba a recibir, en el momento se le cortó la respiración y las lágrimas se agolparon en sus ojos. Eran lágrimas de impotencia, de frustración y de rabia, pues sabía que ese golpe iba cargado de odio y furia que, al no poder dirigirse a la persona adecuada, había terminado recayendo en ella.
En cuanto se quedó sola en la habitación buscó en el suelo los pendientes que se habían desprendido de la oreja por la fuerza del impacto. Temía que ella entrase de nuevo mientras los buscaba, pues si la veía preocupándose por algo tan banal como unos pendientes la abofetearía de nuevo. Por suerte consiguió encontrarlos y volvérselos a poner antes de que entrase otra vez. Sentía que la cara le ardía, en parte por el golpe y en parte de  ira, pero se tragó su orgullo y evitó mirar hacia atrás, mientras pensaba que el verdadero infierno no había hecho más que empezar.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Olores.

Hay veces que pienso en las personas como si fuesen olores, y con el paso de los años he conseguido catalogar y más o menos definir algunos de ellos. 
Hay uno que me exaspera, me pone nerviosa y no me deja tranquilizarme en su presencia. Por ridículo que parezca, es el olor a mortadela. Las personas en las que pienso como mortadela pueden ser de muy distintas clases, pero son sus acciones las que los delatan. Cuando alguien "huele" a mortadela significa que hace las cosas rápido y mal, para salir del paso sin resultar herido. Los Mortadela no tienen amor propio, no sienten lo que hacen y son nefastos para los trabajos en grupo, pues con su indiferencia siempre acaban perjudicando a los compañeros. 
En el lado opuesto está el olor a fresco. Este olor no se puede comparar con ningún tipo de ambientador o suavizante; es un concepto que lleva asociado lo limpio, lo bueno, lo puro. Las personas de olor fresco son trabajadoras, constantes y con un ímpetu muchas veces por descubrir. No le tienen miedo al esfuerzo y se sienten bien consigo mismos cuando saben que el trabajo ha dado sus frutos. Me encanta estar en compañía de este tipo de personas, porque me empujan a seguir trabajando, sabiendo que luego me sentiré orgullosa de lo que consiga.

Hoy ha sido un buen día, porque he asociado el olor a fresco a una persona que ya conocía, pero que hasta ahora había sido inodora. A ver si me acerco y se me pega, que últimamente apesto a mortadela que da gusto.